10 de septiembre de 2007

Autorretrato

ME GUSTA

las ardillas, fumar, las ciudades donde nunca he estado, Wong Kar Wai, las minas de los lápices, los caracoles, las bicicletas, las paradojas matemáticas, los titiriteros caminando sobre alzas, el viento, la página 257 de “Las mil y una noches” prologada por Borges en edición de Cambridge de 1958, el aire sabio de los libreros, Rash Al Gul, las tardes con mi abuela, la música en la calle, Leonor Watling, andar descalzo, la Alejandría de Durrell, las piezas de Exin Castillos, las calles estrechas, Robinson Crusoe, el desayuno con tostadas, la luz de los domingos, las cosas que no sirven para nada (excepto los políticos), los astrolabios, Charlie Parker, Yukio Mishima, los actores de teatro, los que viven en su mundo, las bombillas de azul intenso, las contradicciones, la siesta en el sofá, la sombra de las ramas de los árboles, las cámaras digitales, Rebeca subiendo al autobús, Julio Medem, las lámparas de aceite, los desvanes polvorientos, los trenes por la noche, las escaleras (si son de caracol, mejor), Egon Schiele, el desorden en las papelerías, compartir el silencio, “Las cosas que llevaban”, los viejos sentados en los parques, hacer listas de los libros que quiero leer, hacer listas de los discos que quiero escuchar, tener un montón de cartas en el buzón, los tics de Quim Monzó, el viejo plano de Valencia del Padre Tosca, los yogures de sabores, ignorar la mecánica del universo, la melancolía de Juan Ramón Jiménez, el hombre de hojalata del Mago de Oz, nadar en piscinas desiertas, los grillos al atardecer, Brad Mehldau, Keith Jarret, Michel Petrucciani, el murmullo de las bibliotecas, la Coca-Cola, la estepa rusa a través de las ventanillas del Transiberiano, las notas discordantes, el lacón con grelos, los faros de los espigones, Pumuki.


NO ME GUSTA

los palacios, las adivinanzas, las sumas y las restas, los relojes, los teléfonos que suenan, los teléfonos que no suenan, Walt Disney, la etiqueta “realismo sucio”, decir que no, los manuales de instrucciones, las líneas rectas, las líneas curvas, los maniquís de los escaparates, los que van de listos, los listos, los que van de tontos, los tontos, las catedrales, las señoras gritonas, las guías de viajes, las ventanas pequeñas, Ken Follet, las láminas enmarcadas de Van Gogh, las velas, los cortaúñas, el vecino simpático, la generación Beat (Kerouac, Burroughs), los lemas por la paz o por la guerra o por el amor o por el odio, el oro de los mecheros, las cerraduras de las verjas, los muros de piedra, los términos consuetudinarios, el mayo del 68, Iron Maiden, los que saben de vinos, los catálogos de libros que no se contienen a sí mismos, silbar (apunte: incapacidad motriz de labios y de lengua para hilvanar dos soplidos afinados), las pirámides de Egipto, los que no saben callar, las obras completas de Shakespeare en papel biblia, las naves espaciales y sus verdes tripulantes, lo retro, los gayumbos por encima del pantalón (las bragas es otra cosa), las cómodas ventrudas con tiradores dorados, los párrafos en cursiva y en francés, la remolacha, no leer a Proust, “La conjura de los necios”, los amaneceres (ocurren demasiado temprano), los políglotas, la mañana siguiente, el Café Gijón, los signos de exclamación, los Kinépolis, las tonadilleras que aman a toreros y viceversa, la fonética, los atajos, el tarot telefónico a las tres de la mañana, la literatura rusa (excepto Chéjov, Tolstoi, Gógol, Dostoievski, Turguenev, Bábel, Gorki, Nabokov, etcétera, etcétera), las palabras etcétera, viceversa y mocho.

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